Joseph Shapiro, judío polaco, huye de su país en 1939. Deambula por Europa y acaba en Rusia, en 1945, donde se reencuentra con Celia, una vieja amiga con quien se acaba casando. En 1947, el matrimonio emigra a Estados Unidos.
Shapiro empieza una nueva vida y acaba ganando una fortuna con sus negocios inmobiliarios. No obstante, no se siente cómodo con los valores de la sociedad que lo ha acogido, en la que se paga a la idolatría de todo género y parece que se desprecie la verdad. Como consecuencia de su malestar, inicia una incansable búsqueda de sí mismo y de las raíces de su cultura y su familia que, finalmente, lo llevará a establecerse en Israel.