Los denes han vivido en el valle del río Mackenzie desde tiempos inmemoriales. La tierra es el elemento central de su modo de vida y creen, como muchas otras culturas nativas, que son ellos los que pertenecen a la tierra y no al revés.
Pero los territorios del noroeste de Canadá también albergan importantes recursos minerales: petróleo, gas y diamantes. Con la minería llegaron las inversiones y el trabajo, pero también la tala de bosques, el fracking, los vertidos tóxicos y los oleoductos. Todo ello afectó al paisaje, así como también los modos de vida tradicional fueron deformados por un sistema educativo pernicioso, por un gobierno que se arrogó la propiedad de la tierra, por los estragos del alcohol y las deudas bancarias.
Ambientado en un escenario natural tan vasto y sublime que empequeñece la escala humana, Un tributo a la tierrada voz a una galería inédita de personajes: tramperos, jefes indígenas, activistas, sacerdotes… para narrar una historia fascinante sobre el dinero, su dependencia, la extinción de una cultura y la lucha por la supervivencia.