Uruguay es el único país en donde cada año se realiza un acto público a favor de la ETA, mientras en otros se hacen manifestaciones masivas de protesta contra sus crímenes. Los manifestantes marchan por bulevar Artigas, desde el Obelisco al ex hospital Filtro, en recuerdo de aquella jornada con una víctima fatal. Este libro indaga en ese episodio de la historia reciente, cuyas consecuencias se hacen sentir hasta hoy, y lo conecta directamente con el accionar tupamaro.
A comienzos de los años noventa, quince miembros de la banda llegaron a Uruguay e instalaron un par de restaurantes de comida vasca. A instancias del gobierno español de Felipe González, se pidió la extradición de ocho de ellos. La Justicia uruguaya concedió solo tres, de activistas acusados de homicidios, entre muchos delitos. El proceso judicial insumió dos años, lapso en el cual el Frente Amplio y el PIT-CNT desarrollaron una estentórea campaña para que se negara la extradición. Tres etarras en huelga de hambre –que después se com-probaría no era tal– fueron internados en el hospital Filtro. Grupos de izquierda, en particular los tupamaros, instalaron un campamento para resistir las extradiciones. El expresidente José Mujica y su posterior ministro de Interior, Eduardo Bonomi, fueron quienes convocaron a la marcha. El Movimiento de Liberación Nacional (MLN) convenció al Frente Amplio, y en especial a Tabaré Vázquez, de concurrir a la manifestación. En palabras del exjefe tupamaro Jorge Zabalza, aquel enfretamiento armado sirvió de entrenamiento para “los jóvenes radicales deseosos de tener su bautismo de fuego”. Allí volaron piedras y sonaron disparos, los que motivaron una respuesta policial que dejó como trágico saldo un manifestante muerto y dos docenas de heridos.
En este libro, que se publica póstumamente, Antonio Mercader narra los hechos de esa fatídica marcha violenta en plena democracia. Demuestra la relación de los tupamaros con los etarras y cómo se sumaron esfuerzos para atentar contra un fallo judicial y un gobierno democrático. Describe cómo los tupamaros practicaban un doble juego: por una parte, eran un grupo político que postulaba a legisladores para integrar el Parlamento democrático, y por otra, seguían cometiendo delitos. A partir del fracaso del Filtro, “el último golpe tupamaro”, optaron por abandonar la vía criminal que habían iniciado en 1963.