Luego que Konstantin, un niño sordo, se paró con los pies desnudos apoyados sobre el piso de madera, Mozart comenzó a tocar con fuerza el instrumento que parecía obedecerlo en cada nota, en cada tecla, con cada impulso. Eso maravilló a los habitantes de la casa que solían deslumbrarse con las interpretaciones de aquel pródigo del arte musical.
Pero fue Sophie quien advirtió que el más deslumbrado era el niño, que pudo percibir con total claridad la música del piano o los sentimientos que el instrumento le despertaba.
Y lo lograba vivenciar la música y su efecto, a través de las vibraciones de los sonidos, que bajaban por las patas del piano y subían por sus piernas, hasta llegar a su corazón.
Este es un libro que prioriza la inclusión, donde el silencio y la música se encuentran en un vasto territorio y cada uno cumple su rol desde lugares diferentes. Con inmenso respeto y ternura, Konstantin nos mostrará un camino para la integración. Ignacio Martínez construye con mucha imaginación y fantasía una hermosa historia donde prevalece la convivencia y la valoración del ser humano.