La familia Brunett parece perfecta: un padre, arquitecto exitoso, y una madre, dedicada al hogar, habitan la casa —que, debido a su arquitectura de vanguardia, ha sido portada de varias revistas de diseño—, junto a sus tres hijos; entre ellos Clara, la hija del medio. Sin embargo, puertas adentro la perfección se desdibuja: la atmósfera es irrespirable.
Clara creció en un ambiente hostil, siempre intentando prevenir o aplacar la tensión que sobrevuela en el hogar y que desemboca en episodios violentos, a veces humillantes. Vive con mucho miedo y en alerta. Está agotada.
A partir de un suceso que involucra a su hermano menor, por él, pero también por ella, Clara deberá afrontar el pánico a abandonar todo lo que conoce y encontrar un camino que les permita salvarse.
«Aprendí a bajar la cabeza, a no confrontar, a aceptar como cierta la opinión de los otros y a ponerme en el último lugar de la fila para no irritar, para no despertar al monstruo, a los monstruos. Me transformé en quien soy hoy, pero ¿soy realmente esta versión? ¿Cuál es la Clara que necesito ahora?».