Los objetos cotidianos se hacen añicos, la palabra se construye sobre las ruinas, se va colando entre los golpes de hacha sobre un tronco joven, con el viento que anda entre los vestidos, en el roce de los brazaletes, en frases pegadas a la música que suena en un comedor invisible. Este pequeño libro está hecho de paisajes imposibles, fantasmales, de manchas de humedad que crecen en la memoria, de árboles y lagos y mitos. De una potencia poética que llega a doler. Léase con precaución. La intervención de imágenes distorsionadas con agua que propone Caro Ocampo dan cuenta del desborde de las palabras de Circe, que rebasan los límites de su propia experiencia y generan una memoria compartida. Así, la artista busca en su álbum familiar una relación plástica con estos fragmentos espectrales, en los que una inundación irrefrenable actúa sobre el recuerdo: «lo conserva al mismo tiempo; lo envuelve, lo protege y lo oculta para siempre de nosotros»