Aoba, un universitario de tercer curso, empieza a compartir piso con Shô, un chico un año menor a quien conoce desde que eran niños. A pesar de la incómoda estrechez del apartamento, la convivencia discurre sin incidentes hasta que un día de lluvia Shô regresa empapado y llorando. Desde entonces, su expresión queda grabada a fuego en la mente de Aoba.
El siguiente detonante no tarda en llegar: Aoba, por casualidad, ve a Shô desnudo y su físico maduro, tan distinto al del niño que lo seguía a todas partes y lo llamaba “Ao”, provoca una reacción en su cuerpo… ¡¿Y encima Shô se ofrece a echarle una mano como si nada?!