En el verano de 1914, Apollinaire se encontraba en Deauville, rodeado de una horda cosmopolita de polacos, alemanes, húngaros, checos y rusos, cuando comenzó la Gran Guerra. Entró en la artillería y fue destinado a Nîmes. Se convirtió en el subteniente Guillaume Apollinaire. Fueron meses y meses aburridos en los cuarteles. Pero también combatió. Lo hirieron tres veces en la cabeza y lo trepanaron. En el otoño de 1915, se encontraba en un hospital de París, recuperándose de una operación exitosa. Fue entonces cuando reunió los fragmentos de una novela en la que había estado trabajando durante años, El poeta asesinado. El resultado es un libro cargado de un humor de una elocuencia y una sonoridad extraordinarias, y una forma totalmente irrepresentativa, con digresiones y asideros perpetuos.