Lo malo de crecer obsesionado con Disney es que te haces mayor.
Lo bueno es que, al crecer, puedes elegir seguir creyendo.
Mario de las Dunas lleva toda su vida preparándose para encontrar a su princesa ideal. En su imaginación está claro: será dulce, risueña, valiente y nada le gustará más que sentarse a ver una peli infantil. Todo va bien, hasta que llega ella y le demuestra que, a veces, las princesas se pintan los labios de negro, llevan tatuajes, tienen una lengua afilada y prefieren clavarse alfileres bajo las uñas antes que ver una peli Disney.
Este es un cuento en el que la princesa no quiere ser princesa y el príncipe es quien espera a su amor verdadero.
Un cuento para soñar, reír y llorar porque, a veces, los finales felices requieren no una, sino muchas batallas.