“La cortina de la ducha era gruesa y opaca, no dejaba traslucir el interior: tendría que correrla. Respiré profundamente, traté de no pensar. ¿Por qué tenía miedo? Había revisado el resto de la casa, ya no había nadie. Ningún peligro, nada que temer. La abrí de un tirón. Las argollas volaron por el baño, cayeron y se desparramaron en el piso de baldosas, pero eso lo advertí mucho más tarde, dos o tres días después, porque en ese momento solo pude ver la cabeza, limpiamente cortada por el cuello, sobre la que caían las gotas de agua y que, desde el piso del duchero, miraba el infinito con sus ojos castaño-verdosos que ya nunca volverían a ver otra cosa”.
¿Qué sucede si tu superior jerárquico te encarga un informe delicado y comprometedor, que definirá la licitación de un puerto? Una trama de intereses contrapuestos, un peligroso negocio de muerte y de crimen medioambiental pondrá en riesgo el sentido de la ética y la integridad física de Lía, la protagonista.
Una novela con los ingredientes del género negro: intriga, crítica social, acción. Una protagonista que se ve inmersa en el mundo del delito, en una relación inconveniente, en sus propios miedos y su rabia, una narración en la que hay humor e ironía, violencia y deseos de venganza, una visión crítica de la lacra imparable de la corrupción, de la delgada línea que nos separa a todos de la inmoralidad.